Aunque ahora mismo estemos viviendo tiempos de crisis, hubo unos años en los que todo eran buenas noticias. La bonanza económica propició que mucha gente en este país se hiciera de oro, ganando dinero con una facilidad pasmosa. Después de la de futbolista, la profesión de constructor era la más lucrativa de este país. Debido a esto apareció una nueva clase social, los conocidos como “nuevos ricos”. Algunos de ellos también fueron “nuevos listos” y, no supieron o no quisieron ver, que la gallina de los huevos de oro languidecía; quedándose con una mano delante y otra detrás. Sin embargo, otros muchos entraron de lleno en la “jet set”, aunque con ciertos matices; porque siempre se ha dicho que “aunque la mona se vista de seda…”. Por esta razón me aventuro a crear un manual con los pasos a seguir para todos aquellos que estén en visos de convertirse en un nuevo rico. No se asusten, mucha gente ya siguió estos pasos quizá sin darse cuenta.
El coche: Ahora que eres un hombre de éxito, que se ha hecho de oro (con formas más o menos lícitas); tu principal objetivo es que todo el mundo lo sepa. En este país se mide la hombría con dos cosas básicamente, la longitud de tu miembro viril y la potencia de tu coche. Como no es plan de ir haciendo escándalo público, tú mejor opción es comprarte el coche más grande, más potente, más rápido, más caro…más hortera. Una tapicería de cuero nunca está de más, y para no olvidar tus raíces es recomendable plantar una chapa de oro en el salpicadero con la patrona de tu pueblo y la leyenda “Yo conduzco, ella me guía”.
La casa: Con esto pasa tres cuartas de lo mismo, se acabó eso de vivir en un piso y ser presidente de la comunidad de vecinos cada x años. Tú te mereces una casa que no tenga nada que envidiarle al Buckingham Palace. Todos los cuartos de baño que puedas poner serán pocos, aunque sigas siendo el mismo guarro que se orina encima de la taza. Lo mismo ocurre con las salitas, tendrás una para el ordenador, otra para la televisión, otra para comer. Aunque luego acabes comiendo en la cocina, dónde sólo tendrás una tele enana, y dejes el portátil en la encimera.
El colegio: Probablemente de pequeño tú no eras un angelito, seguramente tuvieras un mote que causase terror entre el vecindario y que los policías municipales te conociesen mejor que tus profesores de primaria. Ahora, sin embargo, consideras una temeridad inscribir a tus hijos en un colegio público donde está “toda la chusma”. Será mejor que te rasques el bolsillo, los apuntes a uno de esos colegios cuyo nombre es imposible de pronunciar y donde visten a sus alumnos igual que un tirolés.
La política: Este es un término que cuando no tenías dinero, prácticamente te daba lo mismo, es más, ni siquiera sabías el nombre del Presidente del Gobierno. Ahora eres poco menos que un experto analista de la situación política de este país. Cuando tengas la mínima oportunidad, deberás soltar un discurso en el que no admitirás que te rebatan algo. Si tú quisieras, podrías solucionar la crisis mundial de un plumazo, pero claro, estamos en un país de paletos que no se dan cuenta de nada. Es conveniente terminar cada una de tus intervenciones con la coletilla “¿A dónde vamos a ir a parar? Esto se nos está yendo de las manos”.
La familia: Posiblemente no se encuentre dentro de tus asuntos prioritarios en la agenda del día. Pero eso no tiene nada que ver con “La Familia”. Deberás mostrar de cara al público lo perfecta que es, como se adapta a lo que se entiende como “una familia de toda la vida, como Dios manda”. Defenderás a ultranza ese concepto, porque cualquier otra forma que se salga de “lo normal” será catalogado como libertinaje.
La excelencia: No hay ninguna ley científica que afirme que el paladar de una persona se vuelva más exquisito a medida que crece su cuenta corriente, pero es algo demostrado empíricamente. No hace mucho bebías vino de Tetra Brick y te comías las tapas del bar como si fueran auténticos manjares. Ahora eres todo un experto, y guía Michelin en mano te vas a los más prestigiosos restaurantes; pero para prestigio el tuyo. Que no te tiemble el pulso a la hora de pedir que se lleven de la mesa una botella de vino porque le “falte cuerpo”, y no te conformes con la primera vez que te lleven el solomillo a la mesa, que el camarero se dé un par de paseos más hasta que den con el punto justo.
Tu sociedad: Tu círculo de amigos ha cambiado notablemente también. Ahora eres uno más del Club de Golf, y allí encontrarás a gente de tu nivel. No tardarás mucho en encontrar al típico consejero que te guiará por tu nueva vida. Su estilismo será peculiar, por llamarlo de algún modo. Seguramente si lo hubieras visto hace unos años, hubieras dudado de su virilidad, pero ahora admiras su buen gusto para todo. Te presentará en sociedad, te aconsejará sobre todo aquello que debes mejorar, te dará informaciones de primera mano sobre como está la bolsa y donde puedes ganar mucho más dinero… . No abandonarás tus pasiones futboleras, pero ahora no el partido no será la excusa perfecta para echarte unas cervecitas y disfrutar. Ahora vas a palcos VIP y la parte más interesante, es el descanso, donde te puedes reunir para hablar de negocios.
Cultura: ¿Eso qué es? Nadie se ha hecho rico leyendo, así que no pierdas el tiempo con estas tonterías para pobres. Eso sí, no descuides tu decoración y móntate unas bonitas estanterías repletas de libros que jamás abrirás. Si no quieres tirar el dinero, también te los puedes comprar de pega, su única misión es decorar la casa. En cuanto a la música…con un par de discos de Bertín Osborne y Julio Iglesias vas sobrado. En cuanto a los medios de comunicación, hay que ser muy selecto. Solamente te fiarás de aquellos hechos por gente recta, nada de leer panfletos ni ver esas televisiones transgresoras.
Consumo: Uno de tus hobbies favoritos será el de comprarte siempre lo más. Lo más caro, lo más nuevo, lo más anunciado, lo más inútil. Da igual que te compres un ordenador que no sepas utilizar, un DVD que no sepas conectar o un GPS que no sepas entender. Tú te lo compras, se lo enseñas a todo el mundo, y luego Dios dirá. Con la ropa pasará lo mismo, da igual que parezcas el payaso de Micolor con esos jerséis de rombos de colores. El cocodrilo o el caballo que luces en el pecho te da otro aire y otro estilo.
Bueno, con esto doy por concluido este manual. Espero que no se me haya enfadado nadie, aunque dudo que ninguno de los que se pudieran dar por aludidos tenga tiempo para leer esto. Muchos de ellos están ocupados en hacer las maletas para su enésimo viaje transoceánico, otros tienen una reunión muy importante en la que decidirán a cuantos empleados van a despedir y otros se estarán tirando de los pelos porque sus cartillas se han quedado más peladas que el culo de Luis Aragonés.
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