A estas alturas de mes, raro será el que no se haya dado ya una vuelta por las tiendas en busca de algún ofertón. Yo no he sido menos, y ya he cumplido con tan trascendental trámite. Pero no me he limitado a comprar dos pantalones al precio de uno, también he aprovechado para observar un poquito a la fauna que se mueve por estos lares. Sin más dilación, comencemos con la disección.
La estratega
Esta singular persona no se toma esto de las rebajas a la ligera. Desde mediados de Diciembre viene trazando un plan estratégico, que no deja nada a la improvisación. La verás moverse por la tienda igual que un guía turístico por el casco antiguo de Toledo. Cuando divisa algo que le gusta, no duda en echarle mano y, previo paso por el probador, lo esconde en un lugar estratégico de la tienda para que nadie más pueda encontrarlo. Una vez hecho esto, se dirige a otra tienda en busca de algo mejor. Si no lo encuentra, vuelve al lugar del crimen, recoge su tesoro cual Jack Sparrow y regresa a su casa con la satisfacción del deber cumplido.
Amor de madre
Con este título me estoy refiriendo a todos esos que cuando van a comprarse ropa no pueden hacerlo sin la compañía materna. Se les distingue bastante bien. Su comportamiento es muy simple, ellos entran a la tienda y empiezan a mirar todo. No saben muy bien lo que se van a comprar, lo mismo da un polar de esos que regalan en la Caja Rural que una chupa de cuero. Cogen lo primero que pillan, e ipso facto su madre agarra la prenda y le hace una inspección que ríete tú de los de CSI. Una vez que ha comprobado que la talla, el precio, la composición y la procedencia del producto es la adecuada permiten que su retoño vaya al probador. He aquí un punto importante, cuando los dos están en el probador, se produce una situación que no por repetida, deja de ser curiosa. La madre dice: “Cuando te lo hayas probado avísame que te vea”. No hay mentira más grande que esa. Nunca jamás se esperan a que te hayas cambiado. Bueno, en realidad si esperan, esperan a que estés con medio culo fuera para abrir de par en par las cortinas. Cuando la compra ha finalizado, abandonan la tienda y la madre comienza a soltar sus frases típicas: “Ya veremos luego que pasa cuando lo lavemos” “Yo no se cuantas camisetas tienes ya” “Esto se ensucia muchísimo”.
Las Lady Gagas
Hablo en plural porque nunca actúan solas. Normalmente las sueles ver por las tardes, cuando han salido de sus clases de inglés. Van armadas con cámaras de fotos, porque su objetivo no es comprarse la ropa, su objetivo es hacerse un book en el probador. Una vez que han completado un juego completo de vestidos, sombreros y zapatos; se meten en el probador y empieza el espectáculo. Normalmente siguen esta secuencia: “foto mirando al techo”, “foto poniendo morritos”, “foto sacando la lengua” y “foto guiñando un ojo”. Se las distingue a distancia porque se les oye desde la caja gritando “¡¡foto tuenti, foto tuenti!!”. Creo que no es necesario decir que después a esas fotos les suben el contraste y les ponen letras en morado con sombras en blanco.
El dependiente cansino
Este es más común en las tiendas pequeñas. Se detecta su presencia en cuanto tienes medio pie dentro de la tienda, ya que al instante salta con un :”Hola ¿que querías?”. Da igual que le jures por el patrón de tu pueblo que solamente estás mirando. El tío se va a pasear por la tienda a tu alrededor, y en cuanto pongas la mano en una chaqueta te va a decir: “esa se está vendiendo muy bien” o “el otro día la llevaba uno de Operación Triunfo”. Yo no se si tendrán un máster en marketing agresivo, pero acaban consiguiendo que te lleves un par de cosas por lo menos. No sólo eso, sino que cuando ya crees que has terminado, te saca un pack de tres calcetines en oferta y consigue que te hagas las tarjeta de socio de la tienda.
El dependiente escocío
Este es la antítesis del anterior, y por ende lo podemos encontrar en las tiendas grandes. Si es una mujer, tiene una cara que parece que se haya tragado un paraguas. Si es un hombre, se va paseando por la tienda de tal forma, que parece que le hayan metido garbanzos en los zapatos. Si por un casual se te ocurre preguntarles si tienen una talla más de alguna cosa, te contestan con un :”¡lo que hay es lo que hay!”. En parte los entiendo, porque tiene que ser muy cabreante tener que recoger toda la ropa que las “lady gagas” dejan tiradas en los probadores.
A este bien le podría haber consultado antes de escribir esto, porque seguro que se conoce a las mil maravillas a todos los personajes que van circulando día tras día ante sus ojos. Su trabajo la verdad es bastante plácido, salvo detener a alguna que otra “lady gaga” que se transforma en “farruquita” e intenta llevarse algo por la cara. No obstante, la nueva ley anti-tabaco les ha venido muy bien para socializar con la gente que está en la puerta fumando y cagándose en Zapatero.
El santo varón
Este pobre hombre es el que decide acompañar a su novia de compras. A la hora y media ya no sabe donde meterse, ya se ha leído todas las condiciones promocionales de las ofertas de la tienda. Se sabe de memoria la equivalencia de tallas de la zona euro, es capaz de distinguir las prendas 100% de algodón a las que tienen algo de polyester… Con el paso de los años, y una vez convertido en padre de familia; opta por comprarse el MARCA y esperar pacientemente sentado en un banco de la calle, leyéndose la última entrevista a Iker Casillas.
2 comentarios:
Jajajaja, ¡cuánta razón lleva esta entrada!.
Cada uno de los personajes que has descrito se corresponde de forma nítida con la realidad. Waaaaa, me ha encantado! Yo soy más de "la estratega" aunque es cierto que "el santo varón" me ha ocurrido a mí también y eso que soy mujer.
Me alegro de que te hayan gustado mis personajes!!
Creo que se quien puede ser tu "santo varón"...
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